Los hombres han estado tratando de desentrañar el problema de cómo convertir en concreto lo abstracto e inmaterial; desde que los filósofos griegos empezaron a sentir la necesidad de acomodar la popular religión homérica, a los adelantos de la ciencia. Los teólogos, dice Aristóteles, son como los filósofos, ya que promulgan doctrinas pero aparecen distintos a ellos, en el hecho de presentar aquéllas, disciplinas, en forma de mitos.
El método de acomodación, adoptado por los filósofos, consistió en emplear la alegoría (característica) para presentar el mito (ficción) en forma calara y concreta, como si se tratara de una traducción del mismo conocimiento a otro lenguaje. Conversar con el diablo, por ejemplo, podría significar hablar cara a cara con él demonio, como si éste estuviera presente, materializado. Pero puede significar, también, la imitación de una naturaleza perversa sin (como escribe John Smith) "una mutua presencia local"; es decir, sin hallarse ante el diablo en persona.
Ésta versión complaciente se dirigía a quienes, creyendo en la maldad del diablo, no podían creer su personificación. El demonio podía significar tanto "un espíritu apóstata, en un ser particular" como "el espíritu de renuncia que se encuentra alojado en la naturaleza humana”, método de interpretación plural: Utiliza el "lenguaje de acomodación".
¡¡Ho, y ahora quién podrá defendernos!!
By Enrique Mena C.
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