Sábado 24 de noviembre de 2007
Por Lluís Permanyer/La Vanguardia
Por Lluís Permanyer/La Vanguardia
Un hito erótico
Un libro francés recrea la leyenda que rodeó el polémico cuadro El Origen del mundo de Courbet, obra que alude en su titulo a ori, que significa boca o abertura y gine, mujer.
Un cuadro como “El Origen del mundo”, de Gustave Courbet, no podía en modo alguno quedarse ceñido a la frontera estricta del marco: sólo para ser admirado y seducir. El cuadro más famoso y más turbador de la pintura erótica occidental estaba condenado a provocar toda suerte de reacciones circunstanciales, algunas fundamentadas y hasta ciertas, mientras que otras incidían en la fábula.
La síntesis de la historia increíble que enriquece humana y literariamente al cuadro es la que sigue.
En 1866 el afamado Courbet pinta una tela de un formato propio para un amateur d art:55 x 44 cms. Es un encargo de un personaje digno del tema: el coleccionista, diplomático y dilapidador otomano Khalil-Bey, recién afincado en París. ¿Hizo como el cliente que pidió a Fragonard que le compusiera El columpio, al imponerle una serie de detalles muy precisos? Es una lástima que se ignore quién sugirió el tema. Parece ser que el cuerpo copiado era el de Joanna Hifferman, modelo y amante de Whistler, aunque Courbet era un hombre de no pocos recursos en el ars amandi. En cualquier caso parece que el autor lo bautizó con un título que incrementaba la tensión: L Origine du monde. Importa saber que el significado etimológico añadía aún más voltaje, pues ori significa boca o abertura y gine, mujer.
La pintura hizo famosa una estancia íntima del fabuloso piso de Khalil-Bey, el enorme salón de baños; y por allí desfiló lo más selecto del París social, que se declaraba estremecido tan pronto como el propietario quitaba el paño verde que maliciosa y púdicamente la cubría.
El turco manirroto no pudo resistir el asedio de los acreedores y en 1868 se vio obligado a subastar su formidable colección de arte; pero aquel Courbet no era apto para ser expuesto en público. Parece que siguió en el salón de baños, tal como contó en 1889 uno de los hermanos Goncourt, aunque oculto tras otra pintura hecha a medida por el mismo pintor, Le château de Bolnay. A mayor ocultación, mayor misterio.
En 1913 lo adquirió el barón húngaro Hatvany, en cuyo poder permaneció 41 años, no sin antes haber corrido el rumor de que había pasado a manos del fiscal Pinard, el que había perseguido por escándalo moral a Flaubert y Baudelaire. Durante la Segunda Guerra Mundial y después sufrió los avatares provocados por unos nazis y rusos saqueadores.
Aunque algo maltrecha, por fin había ido a parar sana y salva a París, y en 1954 la adquirió el psiquiatra Lacan. La leyenda iba a enriquecerse hasta extremos insospechables. Su esposa Sylvia contribuyó a ello, no en balde era la celebrada actriz que había protagonizado la película de Renoir Une partie de campagne, ex mujer de Bataille y cuñada de Masson.
Lacan lo mandó restaurar, lo colgó en su estudio de la casa de campo de Guitrancourt, al cuidado de un matrimonio de sirvientes españoles, y encargó a Masson una obra que sirviera de tapadera; el conjunto se enriqueció sensiblemente con una pintura casi parecida, pero que con habilidad engañaba al no iniciado como si fuera un conjunto abstracto. Hubo desfile de admiradores: los Picasso, Duras, Dora Maar, Lévi-Strauss y demás, verbigracia Duchamp, quien debidamente influido culminó su última creación. Y dio también para otros lances, como ser falsificado por Magritte, inspirado no poca literatura y motivar el secuestro de una novela, cuya portada ilustraba.
Thierry Savatier L Origine du monde ÉDITIONS BARTILLAT 238 PÁGINAS 20 EUROS.
El autor dedica el libro a su madre, el origen de su mundo.
http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20071123/pags/20071123191117.html
Un libro francés recrea la leyenda que rodeó el polémico cuadro El Origen del mundo de Courbet, obra que alude en su titulo a ori, que significa boca o abertura y gine, mujer.
Un cuadro como “El Origen del mundo”, de Gustave Courbet, no podía en modo alguno quedarse ceñido a la frontera estricta del marco: sólo para ser admirado y seducir. El cuadro más famoso y más turbador de la pintura erótica occidental estaba condenado a provocar toda suerte de reacciones circunstanciales, algunas fundamentadas y hasta ciertas, mientras que otras incidían en la fábula.
La síntesis de la historia increíble que enriquece humana y literariamente al cuadro es la que sigue.
En 1866 el afamado Courbet pinta una tela de un formato propio para un amateur d art:55 x 44 cms. Es un encargo de un personaje digno del tema: el coleccionista, diplomático y dilapidador otomano Khalil-Bey, recién afincado en París. ¿Hizo como el cliente que pidió a Fragonard que le compusiera El columpio, al imponerle una serie de detalles muy precisos? Es una lástima que se ignore quién sugirió el tema. Parece ser que el cuerpo copiado era el de Joanna Hifferman, modelo y amante de Whistler, aunque Courbet era un hombre de no pocos recursos en el ars amandi. En cualquier caso parece que el autor lo bautizó con un título que incrementaba la tensión: L Origine du monde. Importa saber que el significado etimológico añadía aún más voltaje, pues ori significa boca o abertura y gine, mujer.
La pintura hizo famosa una estancia íntima del fabuloso piso de Khalil-Bey, el enorme salón de baños; y por allí desfiló lo más selecto del París social, que se declaraba estremecido tan pronto como el propietario quitaba el paño verde que maliciosa y púdicamente la cubría.
El turco manirroto no pudo resistir el asedio de los acreedores y en 1868 se vio obligado a subastar su formidable colección de arte; pero aquel Courbet no era apto para ser expuesto en público. Parece que siguió en el salón de baños, tal como contó en 1889 uno de los hermanos Goncourt, aunque oculto tras otra pintura hecha a medida por el mismo pintor, Le château de Bolnay. A mayor ocultación, mayor misterio.
En 1913 lo adquirió el barón húngaro Hatvany, en cuyo poder permaneció 41 años, no sin antes haber corrido el rumor de que había pasado a manos del fiscal Pinard, el que había perseguido por escándalo moral a Flaubert y Baudelaire. Durante la Segunda Guerra Mundial y después sufrió los avatares provocados por unos nazis y rusos saqueadores.
Aunque algo maltrecha, por fin había ido a parar sana y salva a París, y en 1954 la adquirió el psiquiatra Lacan. La leyenda iba a enriquecerse hasta extremos insospechables. Su esposa Sylvia contribuyó a ello, no en balde era la celebrada actriz que había protagonizado la película de Renoir Une partie de campagne, ex mujer de Bataille y cuñada de Masson.
Lacan lo mandó restaurar, lo colgó en su estudio de la casa de campo de Guitrancourt, al cuidado de un matrimonio de sirvientes españoles, y encargó a Masson una obra que sirviera de tapadera; el conjunto se enriqueció sensiblemente con una pintura casi parecida, pero que con habilidad engañaba al no iniciado como si fuera un conjunto abstracto. Hubo desfile de admiradores: los Picasso, Duras, Dora Maar, Lévi-Strauss y demás, verbigracia Duchamp, quien debidamente influido culminó su última creación. Y dio también para otros lances, como ser falsificado por Magritte, inspirado no poca literatura y motivar el secuestro de una novela, cuya portada ilustraba.
Thierry Savatier L Origine du monde ÉDITIONS BARTILLAT 238 PÁGINAS 20 EUROS.
El autor dedica el libro a su madre, el origen de su mundo.
http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20071123/pags/20071123191117.html
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