El nacionalismo en cuestión.
Separar nación y nacionalismo, como se separa lo bueno de lo malo, lo indefinido de lo definido, la pertenencia de la ideología, no me resulta la mejor alterativa. Imaginemos que los ciudadanos de cualquier país tienen plena soberanía para elegir a sus gobernantes y decidir democráticamente sus opciones políticas. Esa comunidad sociopolítica, ¿no tendría un sentimiento de indignación si un gobierno extranjero o un organismo multilateral pretendiera modificar la voluntad mayoritaria través de imposiciones y chantajes? Si las presiones continúan hasta el extremo de exigir que ese país regale la explotación de sus recursos naturales, ¿esa indignación no puede convertirse en un gran movimiento social? No hay dudas de que ese movimiento sería considerado como “nacionalista” por ese gobierno extranjero o ese organismo.
Mi posición en este debate es que si nos tomamos en serio el principio de soberanía popular, como fundamento de la democracia, es necesario asumir que la democracia puede requerir (y en un país periférico requiere) de una cuota de nacionalismo. Pero esto no lo resuelve, sino que inaugura el problema. Porque el nacionalismo puede adquirir (como ya dije) contenidos y tendencias diversas, algunas de las cuales (como ya lo hemos sufrido décadas atrás) pueden entrar en colisión con la democracia.
Ahora, discrepo de quienes proponen resolver esa tensión apostando a difuminar los sentimientos nacionales o, incluso, generando estereotipos ridiculizantes de los argentinos o burlándose de los sentimientos de pertenencia.
AUTORITARISMO.
Creo, por el contrario, que es necesario asumir que la identificación del nacionalismo con el militarismo y el autoritarismo es el producto de cómo se organizaron las disputas políticas en la Argentina y, especialmente, es uno de los éxitos menos analizados de la última dictadura militar. En efecto, su discurso patriótico acompañó el terrorismo de Estado, el Mundial del ’78, la guerra de las Malvinas, la destrucción de la educación y de las empresas publicas. La última dictadura se apropio exitosamente de los símbolos asociados a lo nacional hasta tal punto que, en los años ochenta, los sentidos sociales de lo cívico y lo nacional parecían oponerse.
NEOLIBERALISMO.
Esa separación en el imaginario social entre democracia y acción fue una parte decisiva de la base cultural de las políticas neoliberales en la Argentina. Ninguno de los gestos de humillación nacional generaron movilización social. Sólo con el nuevo paisaje de la exclusión social comenzaron a cambiar los sentidos de lo nacional, a partir de los reclamos de inclusión, de justicia, en nombre de una pertenencia que fundaba el derecho ciudadano, en nombre de antiguos (pero no vetustos) proyectos nacionales.
¿Es eso un exótico y autoritario nacionalismo? ¿O en ese sentimiento nacional trabaja una imaginación de una sociedad menos desigual, menos injusta, más democrática? Ese es el desafío: apuntalar y reforzar los aspectos pluralistas y redistributivos que viven en los sentimientos de pertenencia.
Alejandro Grimson, investigador del Conicet. Ñ 3-12-2005
Comentario del transcriptor: Todo lo dicho por el sociólogo argentino es aplicable al “caso chileno”. Para botón de muestra revisemos la discusión por el cobre. La “clase política” está pelándose, con uñas y dientes, “los excedentes del cobre” que corresponden a las ganancias de CODELCO, pero nadie dice ni media palabra que dichas ganancias son tan sólo del 30% de la producción total de cobre en Chile. ¿Qué pasaría si la producción de cobre fuese 100% estatal? No habrían US$ 20.000 millones en el BC (Banco Central), sino que ¡US$ 60.000 millones! Tendríamos tanta plata como Venezuela por su petróleo. Alguien se está haciendo millonario gracias a tu pobreza y la complicidad de “La Clase Política” entera, desde la UDI, hasta el vendido PC.
El pueblo es estúpido y cobarde, reacciona como los animales: sólo cuando el agua le llega al hocico. Deja de sentirse ahogada y vuelve a la pasividad más abyecta. Por eso este mundo está condenado a su destrucción el 2012, la que comenzará este año con el crack bursátil más grande en décadas. Los huracanes y nevazones en el hemisferio norte, después de las sequías e inundaciones, harán temblar la economía mundial.
Eso de andar gritando ¡Viva Chile, mierda!, por cualquier cosa y el tremendo esfuerzo publicitario por llenar la pantalla con la palabra Chile, es un vulgar chauvinismo que lo único que hace es reclutar las tropas para la conquista final de Bolivia y masacrarlos care' raja, tal como hace 130 años.
Lo más gracioso es que será una fuerza de paz auspiciada por la ONU.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario